domingo, 3 de agosto de 2008

River aconseja una internación; Ortega piensa jugar en el exterior

Por Alberto Cantore
De la Redacción de LA NACION

Las actitudes deterioraron la relación. Los permanentes desajustes en la vida privada conspiraron en contra del futbolista. El ídolo fue perdiendo crédito, y un día la inconducta superó los límites de la tolerancia. Estaba advertido de que el prestigio y la fama no eran un salvoconducto para sus recurrentes faltas de disciplina. La transigencia de las autoridades de River y el entrenador Diego Simeone le permitieron contar con una nueva oportunidad, después del incidente protagonizado en la mañana del 22 de junio último, antes del encuentro con Banfield, donde los millonarios festejaron el título, pero Ariel Ortega fracasó en el intento de redimirse ante sus compañeros, el cuerpo técnico, los dirigentes, el público... Ahora, ya sin las prerrogativas de otros tiempos, el destino del Burrito es incierto. Sólo una cosa es segura: mientras el Cholo dirija al equipo, no tendrá lugar en el plantel.

La decisión de Simeone de marginarlo del grupo -medida comunicada anteayer por la tarde en una reunión con el secretario Mario Israel- fue adoptada luego de que Ortega se ausentara ese mismo día de la práctica. El DT cuenta con el consentimiento de los dirigentes, que también se hastiaron de la ingratitud del jujeño. "Con lo que hace, deteriora la imagen del plantel y del cuerpo técnico. Con Ortega hemos tenido algunas licencias que con otras personas no se tienen. Lamentablemente, no es por voluntad de él sino por la adicción; no supo responder a esas licencias", expresó el vicepresidente Domingo Díaz, en el programa Dos de Punta, de FM 101.1.

El Burrito, golpeado en su orgullo aunque consciente del tremendo error cometido, solicitó en la mañana de ayer hablar con las máximas autoridades del club. El conclave se produjo en una casa del barrio de Saavedra, y ante la ausencia del presidente José María Aguilar -afectado a un congreso de la Conmebol, en Panamá- participaron los vicepresidentes Julio Macchi y Díaz, y el secretario Israel, en representación de River; el futbolista y un allegado suyo. Ahí, Ortega sintió por primera vez que la determinación tomada entre el DT y el club era inapelable. No tenía margen para negociar o modificar las posturas. Buscó una salida, y la que tenía más a mano para alimentar su dignidad era la propuesta para jugar en Al Mir Sports, de Emiratos Arabes Unidos.

La entidad árabe aceptaría los 2.000.000 de dólares solicitados por Ortega para actuar durante 10 meses; la operación, a préstamo, le significaría a River un ingreso de US$ 700.000, una cifra nada despreciable para deshacerse momentáneamente de un jugador conflictivo, de 34 años. Pero en Núñez no imaginan que el Burrito soporte el desarraigo. La última experiencia, más precisamente la que lo ligó con Fenerbahce, de Turquía, fue devastadora para el futbolista. Ortega rompió de manera unilateral el vínculo y debió permancer casi dos años sin jugar por el incumplimiento del contrato.

Los dirigentes dejaron de pensar en el deportista; la actualidad indica que es momento de recuperar al ser humano. La proposición, entonces, pasa muy lejos de una cancha de fútbol, de un vestuario. La recomendación que se escuchó de boca de los representantes del club fue una internación para realizar un tratamiento intensivo para combatir su adicción al alcohol. "Elegí un profesional, un centro de rehabilitación. No importa el país. Nosotros te vamos a acompañar. Nos comprometemos a respetarte el contrato vigente -vence en junio de 2009- y también la prórroga que acordaste por otras dos temporadas", le manifestaron. Ortega debe analizar la invitación, aunque el jujeño no es afecto a las internaciones. Lo demostró cuando Daniel Passarella, que le dispensaba un trato paternal, le aconsejó que aceptara la propuesta, tras el incidente ocurrido en Mar del Plata, en enero de 2007.

La falta de compromiso no sorprendió al cuerpo técnico, aunque nunca imaginaron que la falta sucedería 40 días después de aquellas ofensivas declaraciones del Burrito, previas al choque con Banfield. "No hay vuelta atrás, no hay manera de negociar. El club acompaña la decisión", afirmó un allegado al entrenador. Y agregó: "Con el torneo empezado esta situación podría haber dañado el proyecto".

Ortega tiene la última palabra.


2 partidos amistosos jugó Ortega en el receso: ante San Lorenzo y Gimnasia LP; le anotó un gol al Ciclón.


41 días pasaron del incidente que desató el conflicto entre el Burrito y Simeone; hoy, no hay retorno.

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